Hoy vamos a hablar de un análisis publicado por EGauss y del que se han hecho eco varios medios especializados en el sector financiero: el certificado ER.
Mediante este análisis es posible averiguar cuál es la fortaleza de nuestro proyecto empresarial y subsanar la mayor parte de sus debilidades. Un amplio cuestionario de más de treinta preguntas puede localizar los agujeros de nuestro proyecto y ayudarnos en nuestro crecimiento como emprendedores. Por supuesto, nos ayudará también a prepararnos ante cualquier reunión de negocios que celebremos y nos ayudará en la busca de financiación y en la futura explotación económica de nuestra idea.
Más allá de hacer una enumeración de los distintos puntos de los que consta el cuestionario, vamos a resaltar y a analizar aquellos que, personalmente, más nos han llamado la atención y más utilidad pueden aportar a nuestros lectores.
El primer punto del cuestionario hace referencia a la necesidad o necesidades que nuestra empresa viene a cubrir, ya sea mediante la oferta de productos, servicios o tecnología. Dicho con otras palabras: ¿Qué demanda del mercado nos lleva a decidir enfocarnos en un producto en concreto y cuál va a ser nuestra aportación para abastecer esa demanda? Hay que tener en cuenta que existe la posibilidad de que otros productores, mejores que nosotros, suministren ya ese producto al mercado, esto es algo que condenará nuestra tentativa al inmediato fracaso. Hay que ser, en definitiva, conscientes de la competencia y de cuál es el valor añadido con el que podemos prevalecer sobre ella.
Una segunda línea del cuestionario para emprendedores versa sobre el conocimiento propio de nuestro producto y sobre nuestra prudencia en la gestión de la idea. Debemos ser capaces de describir fluidamente las características de nuestro proyecto y cuál es el servicio que realiza al consumidor. Por otra parte, es fundamental aportar una idea “limpia” de problemas legales. Sin conflictos de marcas ni de patentes y con un dominio disponible en internet. Además debemos tener previstos todos los trámites burocráticos y administrativos a realizar, asegurándonos de que cumplimos todas las condiciones legales exigibles para el inicio de la actividad económica correspondiente.
Una tercera línea de análisis nos va a llevar a preguntarnos cómo incidirá nuestro producto en el mercado. Hay que ser conscientes del comportamiento de los clientes que pertenecen a nuestro nicho, el cual deberá ser perfectamente definido. Debemos averiguar cómo afectarán las decisiones de los consumidores a la comercialización de nuestro producto. Deberíamos conocer cuál va a ser la posición de nuestra marca con respecto a la de nuestros competidores. Al menos a ojos de nuestro público.
Nuestro proyecto debería tener diseñado un mapa temporal con el que proyectar nuestros objetivos de crecimiento. ¿Nos movemos en un mercado emergente? También hay que enfatizar nuestra estrategia de marketing y su fundamentación. El factor geográfico es, por último, un elemento calve a considerar.
El propio currículum de los fundadores de la empresa va a salir a colación. No decimos que vayan a hacer una película de cualquiera que abra una empresa, como pasó con Google y la Red Social del Aaron Sorkin, pero el pasado profesional de un empresario es una losa o un trampolín en según qué ámbitos. Nuestros asociados también dirán mucho de nuestro proyecto. ¿Quiénes son nuestros compañeros de viajen y por qué los hemos elegido?
Una vez aceptado el producto, comienza el proceso de valoración. La implicación de un inversor va a variar en función del estadio del proceso en el que nos encontremos. Es el momento de exponer cuál es nuestra fuente de financiación hasta el momento, cuánto hemos avanzado en la firma de acuerdos, cuál es nuestra situación legal, quiénes son los proveedores, plan de marketing, estudios de mercado y un largo etcétera.
También es fundamental una explicación más que detallada para qué se van a usar los fondos que hipotéticamente van a poner a tu disposición los inversores con los que te estás reuniendo. Deberás clarificar también cuál será la explotación económica o el modelo de ingresos que vas a implantar en tu empresa y, por supuesto, el reparto de beneficios.
Por último, si has conseguido llegar hasta este punto y cuentas con su compromiso, llega el momento de negociar un acuerdo. Este es el momento de ver qué esperas de tus inversores y cuánto estás dispuesto a ofrecerles. Toda una aventura que apenas acaba de empezar.